Ella es Claudia Rivera. Vive con su esposo y sus tres hijos en la comunidad de Las Anonas, en el municipio de Teculután, Zacapa. Motivada y amable, nos abre hoy las puertas de su casa para enseñarnos a preparar empanadas de madrecacao, un plato rico en nutrientes de los que prepara a diario para su familia.
Claudia siempre ha trabajado duro para asegurar a sus hijos una buena alimentación que les permita rendir en la escuela y crecer sanos. Claudia no creció comiendo de todo. Recuerda con especial cariño aquellos días en los que siendo una niña de 10 años ayudaba a su padre a cuidar el ganado de vacas lecheras que servían como medio de subsistencia para la familia.
Para la receta de hoy, ha recogido flor de madrecacao, tomate y cebolla de la huerta de su casa . El campo le enseñó a reconocer diferentes plantas comestibles y creció con la idea de que aportan nutrientes indispensables para el cuerpo.
Cuando nació su primera hija, Geraldine, tuvo muchos problemas digestivos y constantemente tenía que recurrir al médico. Por todo ello, a día de hoy Claudia conoce la importancia de que sus hijos estén correctamente nutridos para que puedan desarrollarse sin problemas.
Claudia se dispone a lavar y desinfectar los ingredientes con abundante agua y cloro. Siempre ha mostrado un gran interés en aprender de la agricultura para lograr un sustento económico y garantizar una buena salud para su familia. Como beneficiarios de Corredor Rioeste, tanto ella como su esposo y sus dos hijos, se han involucrado en el cultivo de alimentos y han conseguido mejorar su alimentación.
Claudia pica con precisión todos los ingredientes y los va poniendo en una olla mediana para que se enfríen y posteriormente, cocinarlos al vapor. Mientras tanto, nos habla de cómo Corredor Rioeste llegó en un momento en que la pandemia y el confinamiento había empeorado la situación económica en casa. La única alternativa para que sus hijos continuaran con sus estudios era de manera virtual y esto implicaba un gasto por la falta de acceso a Internet. Además, su esposo no siempre contaba con trabajo como consecuencia del confinamiento. Una historia que comparte con miles de personas en Guatemala a los que la pandemia supuso un duro golpe.
En una mesa ordena todos los ingredientes ya listos para armar el relleno de las empanadas, así da tiempo para que el comal se caliente lo suficiente y empezar a cocinar. Nos asegura que tras involucrarse en Corredor Rioeste, la familia se siente más unida. Trabajar juntos su parcela agroforestal les ha ayudado a entenderse mejor y transmitir sus recuerdos de infancia a sus hijos.
Mientras hablamos, diluye la harina recién hecha para las tortillas en un recipiente donde agrega agua pura a temperatura ambiente hasta formar una masa suave. Claudia parece satisfecha. Aprender a cultivar en la parcela agroforestal le ha permitido conocer la técnica para cuidar sus plantas frente a plagas y mantenerlas a salvo de químicos nocivos para la salud.
Luego, con cuidado y maestría, tortea pequeñas porciones que van formando tortillas delgadas y redondas. Le gusta mucho preparar esta rica receta y compartir momentos en familia.
Cuando el relleno está a temperatura ambiente y tiene las tortillas ya moldeadas, Claudia agrega en el centro una cucharada del relleno y lo distribuye. Luego une las tortillas por la mitad de manera que forma un medio círculo. ¡Qué bien huele!
Con la maestría de una cocinera experta y con cuidado para no quemarlas, pone las tortillas rellenas en el comal.
La dedicación y compromiso que Claudia ha puesto en Corredor Rioeste es lo que ha permitido que su parcela haya mejorado la vida de su familia y que hoy sea garantía de una mejor alimentación. Asimismo, ha significado una fuente de ingresos: el excedente de lo que producen sus plantas lo vende en su comunidad y comunidades vecinas. De esta forma cubre los gastos para que sus hijos puedan seguir estudiando.
¡Es la hora de comer! Apagamos la cámara para seguir charlando con Claudia y aceptar su oferta de probar sus riquísimas empanadas.