Autor: Carlos Cruz – Temático de Seguridad Alimentaria. Proyecto Corredor Rioeste
La producción de hortalizas en las comunidades más vulnerables de los municipios de Río Hondo, Teculután y Estanzuela es de vital importancia para la dieta diaria de las familias. Estas hortalizas contribuyen a una buena nutrición y al consumo de alimentos de alta calidad, ricos en minerales, vitaminas y proteínas, necesarios para un desarrollo integral de los miembros de la familia.
Entre las comunidades más vulnerables se encuentra Tres Pinos, en el municipio de Estanzuela. La producción de hortalizas juega un papel fundamental en la disponibilidad y acceso a alimentos nutritivos en la dieta diaria de los integrantes de estas familias. Además de los granos básicos, como frijoles y maíz, las familias realizan trueques de alimentos, intercambiando estos granos por hortalizas como chile dulce, tomate, cebolla, berenjenas, entre otras.
Kendy Franco, durante la cosecha de hortalizas en comunidades dentro de la sierra de las minas.
Los beneficios de intercambiar granos básicos por hortalizas radican en la diversificación de la dieta, porque permite a las familias ampliar la variedad de alimentos que consumen. Mientras que los granos básicos son una fuente importante de carbohidratos y proteínas, las hortalizas aportan una amplia gama de vitaminas, minerales y micronutrientes esenciales para una nutrición equilibrada. Esta diversificación dietética contribuye a mejorar la salud general y prevenir deficiencias nutricionales.
A su vez, el trueque de granos y maíz por hortalizas permite a las familias acceder a alimentos frescos y nutritivos que de otro modo podrían ser difíciles de obtener debido a limitaciones económicas o de acceso. También se fomenta el comercio local y fortalece la economía de la comunidad, porque al intercambiar productos agrícolas se genera un flujo económico interno, promoviendo la autosuficiencia y el desarrollo sostenible.
Y, finalmente, el trueque de alimentos crea un sentido de solidaridad y cooperación entre las familias y las comunidades. Al compartir los productos de sus propias cosechas, se fortalecen los lazos sociales y se promueve el apoyo mutuo. Esto puede generar un espíritu de trabajo en equipo y la posibilidad de compartir conocimientos y experiencias en agricultura, mejorando así las prácticas agrícolas en general.
La implementación de proyectos como el Corredor Rioeste no solo ha facilitado aún más el acceso y disponibilidad de alimentos, sino que también ha favorecido la economía local en general, al promover el proceso de trueque para adquirir los alimentos necesarios y garantizar una dieta equilibrada e integral para las familias. El proyecto Corredor Rioeste ha trabajado de la mano con las familias de las comunidades más vulnerables para fomentar la producción de hortalizas en la región y esto ha tenido un impacto positivo en el desarrollo de nuevas estrategias para acceder a alimentos nutritivos.